¿Cuánta
corrupción más vamos a esperar?
Nicmer
N. Evans
evansnicmer.blogspot.com
@NicmerEvans
En estos días un connotado
burócrata en los espacios del hotel Alba Caracas me saluda con
afecto y me interpela, afirmando que se debe ser muy prudente antes
de poner en riesgo la unidad, a lo que le respondí que la unidad del
proceso revolucionario se pone en riesgo cuando se atenta contra ella
amparando la corrupción. Mi estimado burócrata respondió que la
única manera de luchar contra ese flagelo es teniendo la adecuada
correlación de fuerzas, a lo que reaccioné comentándole que estaba
de acuerdo, pero que no podemos esperar a tener una correlación de
fuerzas favorables para superar un problema por el que llegamos al
poder hace 15 años, como si nunca la hubiésemos tenido y como si no
dependiese de nosotros volverla a tener, en especial si tomamos en
cuenta que mientras esto pasa, los corruptos nos desangran y la
miseria avanza.
Hoy, como ayer, la corrupción
sigue siendo un problema derivado de la cultura rentista venezolana,
y estoy absolutamente seguro que la posibilidad real de superar tan
profundo y arraigado problema pasa por un cambio de cultura del
modelo de relación productiva, y en general, el modelo de valoración
del trabajo en nuestro país.
Pero mientras este cambio sucede,
las medidas para la rectificación, que por lo menos permita contener
el desbordamiento de una impunidad ya no sólo por la inseguridad,
sino por el desparpajo con el cual los burócratas y el capital se
alían para burlarse de la gente, deben empezar a ejecutarse ya, con
o sin la cúpula del poder.
Han sido 259 mil millones en fuga
de capital durante estos últimos 15 años, pero han podido ser más
450 mil millones de dólares en los últimos 40 años, y quién sabe
cuántos más entre el siglo XX y XXI, y lo peor es que la gran
mayoría de estos recursos terminan en cuentas en el exterior que al
final financian a quienes hoy nos agreden, aplicando políticas
injerencistas o señalándonos de amenaza.
La mejor lucha contra la
injerencia y el imperialismo hoy, es detener todo el financiamiento
que se origina a estos sectores apatridas, como producto del dinero
que se fuga de nuestro país, pero además, la mejor manera de
moralizar a nuestro pueblo para defender la soberanía nacional es
demostrar que existe un gobierno que defiende el patrimonio de todos
los venezolanos.
Es por eso que hoy debemos exigir
de nuestro gobierno que por lo menos se pronuncie e inicie las
investigaciones necesarias sobre los escandalosos casos del Banco
Madrid, de la Banca Privada de Andorra, que diga algo sobre las
cuentas en Suiza, que se pronuncie sobre el Banco Peravia, que
demuestre preocupación por demostrar la verdad o la mentira de las
denuncias que a diario salen publicadas de funcionarios o
exfuncionarios del gobierno con cuentas y comisiones millonarias en
el extranjero, que nos expliquen porqué casi todas las empresas que
fueron creadas o financiadas por Chávez hoy se encuentran
abandonadas y donde están los responsables de esta situación, que
nos expliquen porqué no hay café y qué pasa entonces en Fama de
América, por ejemplo.
Es justo y necesario que el
gobierno afronte estas denuncias, o bien para desmentirlas o bien
para iniciar un proceso de investigación que dé como resultado
responsabilidades directas, pero obviarlas, omitirlas o despacharlas
como si no pasará nada, simplemente hace corresponsable al gobierno
por el silencio que otorga la razón, y si no quieren hacer nada, por
lo menos permitan que la ciudadanía o los trabajadores hagan
Auditoría Pública, Contraloría Social y ejercicio pleno del acceso
a la información necesaria para que el pueblo haga justicia.
Ni la revolución, ni el legado de
Chávez merece tanta impunidad, pero menos merece que pongamos en
riesgo nuestra soberanía por una complicidad silente con una serie
de corruptos a voces.
Publicado originalmente para www.elestimulo.com
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