Las empanadas y el precio de
gasolina
¿“Nooooo,
Carmen” o “Nooooo, Chávez”?
Nicmer N. Evans
evansnicmer.blogspot.com
@NicmerEvans
El gobierno ha emprendido
una campaña multimillonaria a favor del aumento de la gasolina. No sólo está en
su legítimo derecho sino en el deber de informarnos las causas, las propuestas,
las consecuencias y tal como se ha ofrecido, los espacios para la discusión y
el debate franco sobre el tema.
En cuanto al aumento per se, sin duda es necesario, ya que el
rezago del precio subsidiado ya define una brecha muy grande que una economía en
mal estado como la nuestra no puede soportar más, el asunto no es si se aumenta
sino cuánto, cómo y para qué.
Sin embargo, hemos visto con
sorpresa una serie de spot publicitarios en el marco de una campaña de “energía
para el pueblo”, que termina definiendo al subsidio a la gasolina y los subsidios
en general como una “brutalidad”, cosa que abre el espacio para la eliminación
de todos los subsidios existentes en el país.
Una de esas piezas de
publicidad tiene como protagonista a Carmen la “empanadera”, que junto a sus
amigas monta un puesto de empanadas y empieza a realizar un análisis de costo
que le arroja como resultado que cada empanada le cuesta producirla 8 Bs. Ante
la pregunta de sus compañeras de en cuánto deberían venderlas, ella responde “2
Bs.” Y de inmediato el grito colectivo de las compañeras antes de retirarse del
puesto es “Nooooo, Carmen”.
Tratar de homologar la
discusión del subsidio de la gasolina a la fijación de precios de un puesto de
empanadas, es el planteamiento más torpe y aberrante que he visto en años en
una campaña emprendida por el gobierno a favor o en contra de algo.
El “Nooooo, Carmen”, se
convierte en el hecho concreto a un “Nooooo, Chávez”, ya que quién mantuvo la política
de subsidio durante todos estos años del precio de la gasolina fue el
Presidente Chávez. El propio gobierno del “hijo de Chávez” pareciera
descalificar con argumentos neoliberales, decisiones que en lo político, para
bien o para mal, tenía razones de carácter socialista.
Un país petrolero, con la
ausencia de vías de transporte ferroviarias, cuya estructura de comunicación
territorial está basada en el parque automotor, no sólo tenía sino que debía
subsidiar la gasolina mientras pudiese hacerlo. Sin duda el error estuvo en las magnitudes, y la ausencia
de políticas efectivas de transformación de la realidad aún a pesar de las
constantes demandas de Chávez al respecto: sustitución de la gasolina por gas,
construcción de más vías ferroviarias, mejora del transporte público, etc., sin
embargo, los que hoy en una serie de spot publicitarios señalan esto como una
brutalidad (Nooooo, Carmen), en su momento nuca dijeron nada sobre el tema,
siendo corresponsables de dicho desacierto (debo aclarar que tengo años
clamando por el aumento proporcional y justo de la gasolina).
Una campaña de este tipo, más
que una caracterización de hechos simplistas, que subestiman al pueblo
venezolano y que no convocan al debate, deberían estar abriendo el debate sobre
la cantidad de gasolina que consumimos, la que se deja de exportar, los
ingresos que se dejan de percibir, las deformaciones que se generan en
frontera, las consecuencias del aumento y propuestas de magnitud y tiempo de
aplicación del modelo, todo esto junto a convocatorias públicas a espacios
abiertos de debate sobre el tema, de hecho, hemos perdido mucho tiempo en el
cual pudimos haber convocado un referéndum sobre el tema.
Pero no, al final se ha
preferido cuestionar el subsidio de manera despreciativa, cosa que fácilmente podría
aplicarse al precio de nuestras divisas, lo que vale adquirirlas para después adjudicarlas
a 6,30 Bs, y sobre este argumento terminar afirmando que no tiene sentido el
control de cambio y nunca lo ha tenido y por tanto Chávez siempre estuvo
equivocado, lo que al final nos lleva al neoliberalismo. Cuidado con los
argumentos, porque “lo que es bueno pal pavo también es bueno pa’ la pava”.
Una campaña tan superflua,
trivial, carente de contenido y mediocre como esta lo que hace es atentar
contra Chávez, su legado y su impronta, separando cada vez más al gobierno del
legado del Comandante, ojalá se rectifique, como en tantas cosas donde hemos
clamado que se haga. Golpe de Timón.
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