Un segmento importante de la
oposición venezolana, añora a Chávez.
Nicmer Evans
@NicmerEvans
evansnicmer.blogspot.com
Una cúpula opositora
fragmentada, totalmente divida, hoy define su eje en torno a ser MUD o no MUD, y
los MUD a su vez se dividen claramente en tres toletes: 1. Acción Democrática y
Primero Justicia, en un frente llamado “pacto del huevo frito”, 2. El otro
sector es el de “la salida” con Voluntad Popular y Vente (sector financiado en
dólares), 3. Y ahora se incorpora una nueva reconfiguración o tercer actor Mudista:
Un Nuevo Tiempo Progresista, la unión del partido zuliano UNT del excandidato
presidencial Rosales, y la organización política de Henry Falcón, también con
una clara expresión regional.
Por otra parte, los “no MUD”
se rearticulan en torno al MAS, como expresión partidista más organizada, pero que
incorpora a algunas nuevas organizaciones de oposición que aún no han sido
reconocidos como partidos por el CNE, aunque están en trámite, y que son un
tipo de expresión del claro descontento contra la cúpula de la MUD.
La realidad hoy en la
oposición, es que no sólo no tiene un proyecto que los una, es que ni siquiera
han podido construir liderazgos que justifiquen a la base opositora, creer o
tener esperanzas. Hoy lo único que mantiene unida a la oposición, en términos electorales,
es el objetivo de captar el voto castigo como consecuencia de la gestión del
Presidente Maduro, que hoy en las encuestas y estudios de opinión pública se
podría anticipar.
Hoy el principal líder de
oposición (Leopoldo López) lo es porque está preso y no puede dar declaraciones
públicas, mientras el eterno candidato presidencial (Henrique Capriles) pierde
credibilidad, no le dice nada importante al país e incluso plagia argumentos
para construir un discurso muy débil, y la otra figura pública con afán
protagónico (Maria Corina Machado) no comprende que no tiene carisma y que su
lenguaje violento y su gesticulación agresiva genera rechazo en la mayoría de
la población venezolana. De manera accesoria está Antonio Ledezma, que quiere
pero no puede, y un Henry Falcón, con un liderazgo muy local, pero con clara ambición
presidencial desde el momento que aspiró ser el vicepresidente del eterno
candidato presidencial.
En el marco de toda esta distorsión,
un segmento importante de la oposición venezolana, no antichavista e incluso de
izquierda, no sólo empieza a añorar la presencia de Chávez, sino que empieza a
buscar opciones distintas a las cúpulas de la oposición, que hoy ostentan tanto
poder como la cúpula de gobierno.
En este escenario, la
ruptura de la polarización cupulera es posible, pero sólo si se comprende que
es desde el legado de Chávez, que el pueblo estaría dispuesto a abrir un nuevo
espacio para no perder la esperanza. Queda en manos del CNE demostrar su
verdadero talante democrático, aprobando nuevos partidos fuera de la
polarización cupulera.
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