30 mil Bs al mes, el “nuevorriquismo”
y la Auditoría que necesitamos ya.
Nicmer N.
Evans
@NicmerEvans
nicmerevans@gmail.com
Viendo algunas imágenes de las redes sociales en Twitter,
Instagram y Facebook sobre la vida de algunos políticos y funcionarios tanto
del gobierno como de la oposición, que hasta hace poco no tenían ni casa propia
o vivían en sitios muy modestos y ahora poseen viviendas con inmensos jardines,
vitrinas con una colección de copas de cristal, cocinas con tope de mármol, recuerdo
mi participación en un programa de Unión Radio el pasado martes donde un
operador del Status Quo me recriminaba públicamente que la propuesta de
Auditoria Pública Ciudadana que Marea Socialista levanta como bandera y que pronto
tendrá una plataforma de acción concreta, era “una propuesta inútil porque el
venezolano común no estaba pendiente de la corrupción” ni de quien se ha
llevado nuestras divisas, sino de que le resuelvan sus problemas concretos cotidianos.
En virtud, de esas palabras he pensado que hay algunos elementos claves a reflexionar
ante la mediocridad de algunos que ostentan o pretenden ostentar el poder.
Desconozco de manera detallada cuanto puede estar ganando el
funcionario público que más remuneración percibe en la administración pública
actualmente, pero estoy seguro que hoy con un sueldo 30 mil bolívares mensuales
nadie puede pagar un alquiler de un inmueble en una zona clase media o acceder
a un crédito para comprar una vivienda que está por encima de los 20 millones
bolívares en el mejor de los casos. Por el contrario, puedo afirmar que durante
el período del Presidente Chávez esto si fue posible.
Incluso, suponiendo que ese funcionario público o político ya
tiene resuelto el asunto de la vivienda, con 30 mil bolívares mensuales,
contando con que un mercado mensual para 5 personas promedio, echando mano de
comprar algunos productos en las redes de distribución del Estado cuando hay,
no es menos de 8 mil bolívares mensuales más gastos de servicios para toda la
familia de este “funcionario”, que incluye telefonía celular, cable, luz, teléfono,
internet, estacionamiento, condominio, seguro del carro, seguro familiar, etc. que
puede estar alrededor de los 10 mil bolívares(siendo austero), y si a esto le
incluimos gastos por concepto de medicamentos e insumos personales promedio que
puede estar alrededor de los 5 mil bolívares mensuales, sin contar que
generalmente este funcionario tiene a sus hijos en “buenos” colegios,
supongamos que sólo tiene uno y que paga 6 mil bolívares mensuales, y no
contemos los gastos escolares adicionales que conlleva este tipo de colegios,
ya con eso, sin cenas, contingencias, ropa, recreación, etc., los 30 mil
bolívares se esfumaron.
Lo que también sabemos es que un funcionario que tenga una
buena remuneración en la administración pública, en su núcleo familiar tendrá a
su pareja o alguien de la familia que tenga un sueldo menor que pueda
complementar los gastos del núcleo familiar, pero incluso, siendo esto así, por
la modesta cuenta que acabo de sacar sin pretender tener rigurosidad científica,
simplemente no alcanza para una familia promedio tener un ingreso de 45 mil Bs
cuando un pantalón vale lo que corresponde a un sueldo mínimo y una camisa, medio
sueldo mínimo. Todo esto indica que hoy en día, son muchos los venezolanos que
están haciendo mercado con la tarjeta de crédito.
También es cierto que el venezolano siempre genera vías para “resolver”
la quincena, vende, compra, “mata tigres”, etc., pero incluso así, ¿Quién puede
hoy viajar todos los fines de semana para Aruba o Curazao por decir lo más
cerca?, ¿Quién puede compran un vehículo último modelo de contando?, ¿Quién
puede ostentar ropa de marca y renovar repertorio todos los meses?, ¿Quién
puede pagar un restaurant dos o tres veces por semana y tomar vino o güisky tres
o cuatro veces al mes en una tasca?, ¿Quién puede comprar y mantener “un piso”
en Madrid?, por decir lo menos que uno escucha con alguna regularidad en
entornos allegados a altos funcionarios y políticos.
Pueden existir casos de casos, una herencia, una venta de
algún bien, un negocio montado con esfuerzo y que rinde frutos, es
absolutamente válido que sea una fuente de ingreso respetable para algún
político o algún funcionario circunstancial, que no vive de su salario, pero
ese “nuevorriquismo” que se muestra y que cuando Chávez por lo menos se agradecía el disimulo de algunos, pero que hoy
por el contrario se exhibe como parte de las cosas que acompañan el ejercicio
de “la alta política”, el exceso y el hedonismo que acompaña la poca discreción
de algunos, definitivamente ofende al pueblo que vive de su salario y los pone
en esos cargos.
Pero lo peor es que un ser funcional a todo ese aparataje
afirme que al pueblo no le importa quién ha abusado de su confianza, quién ha
defraudado y estafado a la nación. Pensar
que el pueblo es pendejo y que no pasará factura es ignorar porqué los adecos
son lo que son hoy, un alma en pena de la política, de espaldas al clamor
popular, y pensar que esto podrá durar mucho más sin ser corregido es
desconocer porqué Chávez insurge en el espectro político venezolano.
El que quiera hacer política que haga públicas sus cuentas, que
no busque privilegios, que viva de su salario, de su trabajo, y que esté dispuesto
a ser auditado.
Hoy una Auditoría Pública Ciudadana es totalmente viable, y
trae como beneficio a nuestra realidad concreta y vida cotidiana la posibilidad
de superar la impunidad ante la corrupción, que pueda ser incautados bienes mal
habidos y repatriado algún porcentaje de las divisas fugadas, con lo cual
podremos financias parte de las importaciones que hoy hacen falta para que no
exista escasez, pero además podrán servir para generar inversión en sectores
productivos hoy paralizados que nos garanticen abastecimiento y soberanía.
La Auditoría Pública Ciudadana servirá para que quien
pretenda volvernos a robar sepa que si lo hace tendrá que pasar por la justicia
popular, y que el pueblo no perdona. Y aunque sabemos que la Auditoría Pública
Ciudadana por sí sola no resuelve todos los problemas, lo que si estamos
seguros es que ante tanta inacción, este es el mejor inicio para hacer algo por
nuestro país.
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